domingo, 20 de mayo de 2012

Imperfecto perfecto

Él no tiene las mejores palabras. Él no relata lo que siente, ni me lo envía en una carta, ni lo publica en un blog. No adorna sus sentimientos con oraciones bien formuladas. A él le faltan algunas cosas, le sobran otras, yo recortaría, tejería, pegaría con la gotita, y hasta atornillaría algunas. Odiaría para siempre unas partes de él, pero también las extrañaría al día siguiente de desaparecer. Es porque él tiene una parte de mí, es porque no importa cuanto mal humor me den sus defectos, sin ellos, él no sería él, y yo no sería la que le encanta ese imperfecto. Él quizás no sea romántico, no confíe en las mariposas revoltosas que andan por ahí diciendo cómo debe ser el amor, quizás él no prenda velas aromáticas, ni dibuje corazones con mi nombre en el espejo impregnado en vapor del baño, quizás no compre rosas, ni rojas ni amarillas, ni un osito de peluche abrazable, quizás él no haya venido hasta acá vestido de azul arriba de un caballo blanco. Quizás él sea imperfecto, pero desde que lo conocí que es perfecto para mí. Hace un tiempo recorro otras calles, algunas que no estaban en mi rutina. Veo el cielo desde el costado de una autopista que te lleva al desastre de una ciudad descontrolada e imperfecta. Transito otro puente, donde el sol es un poco más lindo, igual que las nubes alrededor. Ese camino, esas calles, esa autopista es más linda porque él me espera a unas cuantas cuadras de ahí. Cerca... Por suerte la ciudad sigue siendo un desastre que a mí ya no me importa. Si existe un protagonismo como en las películas, hoy no es la ciudad dividida en edificios, somos él y yo chocándonos las narices.

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