Cuando se habla de trabajo artesanal o que un objeto es artesanal, en general se le da un tono soberbio, como si aclarando que ·tal objeto es artesanal, el valor fuera supremo y como si ignorarlo fuera un pecado mortal. Pero en el día a día, ¿esto realmente es así? ¿Realmente se le da el valor que merece el trabajo artesanal? Muchos de esos trabajos son impecables (y a estos me voy a referir todo el tiempo), y además, tienen el plus de ser creados con el alma, con los sueños, con el corazón. El dilema empieza cuando a la hora de dar un precio, el cliente se disgusta y hasta menosprecia el objeto en cuestión. Es innegable que la indumentaria artesanal es hermosa y exclusiva, pero tildan de "caro" a las prendas, tomando de referencia la ropa que fabrican seriadamente para cualquier local de barrio o shopping, sin tener en cuenta que detrás de ese vestido único, hay alguien único y no una máquina. Ese alguien puso no sólo su tiempo, sus telas y su dinero, sino, toda su creatividad, distinción y amor. Qué raro hablar de amor en estas cuestiones, pero es lo que mueve a los artesanos, siempre. Amor por hacer eso que están haciendo. Un condimento que le falta al proceso seriado en los talleres de costura o las jugueterías. Como artesana me di cuenta tempranamente que no hay que regalar el trabajo manual. Para ello, primero hay que valorarlo, decir "Ey, esto es una pieza irrepetible y única, que llevó tiempo y el movimiento de mis manos". Primero nos tenemos que valorar, luego valorar el tiempo, la dedicación y el talento (si no tenés talento, bueno, no sé, ahí hay que replantear un par de cosas) que pusimos a nuestra pieza artesanal. Sí, porque primero fue nuestra, la creamos. De la nada, con un par de materiales (y algo donde apoyarse) creamos algo, bello, único, con ese toque humano que no debe ser minimizado. Valoremos nuestro trabajo. Quizás no conseguiremos "tal" venta pero es preferible perder una venta antes que perderse a uno mismo. Mi teoría (si, tengo una teoría sobre estas cosas) es que si a alguien no le gusta el precio que le estás pasando, esa persona, es sólo una. En el país hay unos millones más que sí valorarían tu trabajo y su calidad. Es sólo cuestión de encontrarlas o que ellas te encuentren. NO REGALEMOS NUESTRO TRABAJO ARTESANAL.